
Triunfo agónico (2-1)
Encuentro muy competido el que se disputó en As Balsetas en un marco de una tarde primaveral. Desde la charla del entrenador los jugadores se mentalizaron de la importancia y dificultad del partido y mostraron las ganas en un calentamiento de alta intensidad. Los primeros minutos sirvieron para ver las ideas de los dos equipos: el Bolea intentaba bajar el balón al piso pero se lo dificultaba un Lalueza muy intenso en las marcas que convertía cualquier despeje, saque de banda o saque de puerta en balones largos que buscaban la espalda de nuestra defensa y principalmente su banda derecha. El Bolea sufría en algunas de estas acciones mientras en ataque no terminaba de conectar para generar verdadero peligro. Se preveía un choque largo, áspero pero se empeoró la situación cuando, en el minuto 26, roba un balón el Lalueza en zona de iniciación del Bolea gracias a una falta bastante evidente, llevan el balón de nuevo a su banda derecha, quien lo cuelga y encuentra un rematador en el área pequeña y adelantado. El fuera de juego no se señaló y el gol subió al marcador ante la incredulidad de un Eric que lo había visto en primer plano y que no daba crédito. No bajó los brazos el Bolea, pero lo que quedó de primera parte se evaporó entre la pausa de hidratación y que cada vez que se pausaba el juego se alargaba en exceso la reanudación. Las ocasiones brillaron por su ausencia, el Bolea merodeaba pero no concretaba en acciones de peligro y su guardameta todavía no había sido probado de manera clara. Llegó el descanso, se corrigieron aspectos tácticos y pronto en la segunda parte se produjeron cambios para remover el avispero. Poco a poco los duelos iban cayendo a favor y los acercamientos se hacían más peligrosos, pero también el Lalueza corría en las contras cuando robaba en medio campo y recordaba que seguía en el campo. Transcurría el minuto 57 y un balón en la frontal del área rival que se colaba en el área en forma de pase se frenó con un brazo de un defensa visitante, que apareció muy oportunamente. Siendo último hombre el veredicto fue de tarjeta roja y planteaba al Bolea un nuevo escenario. Treinta minutos con un jugador más y una falta peligrosísima. El lanzamiento se fue por poco pero el guión del partido cambió. El Bolea movió la pizarra para sumar efectivos en zona de creación y el Lalueza reculaba unos metros con una zaga bien plantada que seguía despejando con criterio y que daba opciones a correr. Dominio, toque de balón y en algunos momentos algo de precipitación por parte del Bolea, que quería llegar antes de lo debido y acababa perdiendo algunos balones innecesarios pero que, al menos, hacían avanzar a los nuestros. La reanudación del juego todavía se alargaba más y más cada vez que se paraba pero se iban sucediendo los balones al área, las internadas por bandas, los saques de esquina a favor del Bolea y cuando quedaban unos diez minutos y el partido seguía bloqueado nuestra incondicional afición se erigió de vital importancia. Comenzaron a cantar, a arengar con fuerza y se la transmitieron a los jugadores. El sí se puede que se escuchaba en la grada lo hacía realidad Mario, que en uno de esos balones en área rival se adelantó a todos, se revolvió y batió al portero para mandarla a guardar. A partir de entonces jugadores, afición y cuerpo técnico creyeron. Es imposible no comparar algunos partidos de esta temporada con el Real Madrid del año pasado en la Champions League. El partido puede no estar siendo bueno, el marcador es desfavorable y, con una chispa en forma de gol, se encienden los intangibles y todos creemos. Quedaba tiempo y el descuento iba a ser largo entre las pausas para beber, la expulsión, alguna atención a jugadores y todos los cambios producidos. Solo dos hombres guardaban la retaguardia aún a riesgo de perecer en alguna contra pero las directrices del cuerpo técnico eran claras: vencer o morir. Todos en el meollo en un esquema indescifrable hasta que, allá por el 97 más o menos, un balón movido de izquierda a derecha acabó en Javi, que controló de manera sensacional con la orientación a portería y solo un objetivo: el gol. Arrancó con su característica potencia y nadie lo frenó hasta que se plantó en área pequeña y fusiló al portero. Gol. Delirio. Había pasado. Nadie sabía muy bien cómo pero ahí estaba. La juventud y futuro del club se encargaba de poner el 2 en el marcador y jugadores y afición celebraban unidos. Foto para la historia y tres puntos de oro que nos mantienen distanciados del tercer puesto y con posibilidades todavía sobre el primero. Debemos mejorar y corregir algunas facetas del juego pero esta temporada nos está regalando momentos inolvidables. El próximo 23, día de San Jorge, nos desplazamos a Robres, un hueso muy duro de roer, para intentar mantener la senda del triunfo. Seguro que nuestra afición se desplaza también y nos da ese aliento tan importante cuando vengan mal dadas. 4 partidos y a tiempo de todo. Soñemos. ¡Aúpa Bolea!
Último Partido


6
-
2
Pichichi 22/23

13

9
2º G2-1
1º

61 pts
2º

59 pts
3º

50 pts